Tierra realmada


Dime espacio,
que lo tienes todo y no contienes nada.
Susúrrame tiempo,
que tienes pasado y no contienes presente.
Grita mar,
que tienes mis entrañas y me desposas con fuerza.
Y yo en los abismos.
Y mi cuerpo muerto y ausente siente.
La tierra gime,
gime y sigue gimiendo,
su dolor ensombrece al sol durmiente.
Sol que no calienta los caminos de mi alma,
caminos inciertos.
Y mi alma grita enmudecida,
pues mi alma comió manzanas,
la tierra comió manzanas.
La tierra es puta,
mi alma es puta.
La tierra se pudre.
La luna llora.
Lloran las sombras,
pues la tierra se está muriendo,
y mi alma se está muriendo.
La tierra comió manzanas,
mi alma comió manzanas.
Sombras abisales retumban alocadas.
Mi alma puta chilla,
mi tierra podrida grita,
¡sol durmiente despierta!
Pues mi alma llora,
llora y llora.
Mi alma se realma ya en sombras.
Realmar la tierra de luces encontradas.
Vete sol durmiente,
pues la luz lunar realmando está mis entrañas.
La tierra gime
porque come carne,
porque bebe sangre,
porque su alma grita realmada
¡yo tierra!
¡yo alma!
Yo tierra realmada.
Yo alma realmada.
¡SÍ! Comí manzanas
y realmé mi esencia,
yo tierra esencia,
yo alma esencia,
yo esencia de esencias.
La muerte tiembla.
La muerte acechante redobla tambores,
ruido y ruido,
porque la tierra no gime,
porque la tierra no grita,
porque la tierra realmada vibra.
La tierra vibra y crece,
la tierra come.
La tierra come muerte.
Yo alma como muerte.
Yo alma realmada,
Yo tierra realmada.


Mª Carmen Martínez


Violencia

Estos días están siendo prolíficos, en cuanto a violencia se refiere, guerras, enfermedades, etc. La violencia muestra todos sus aspectos, siempre superándose.

Perversa es la ignorancia,  aquella que nos aleja de la capacidad de reflexión y justifica la violencia como medio para llegar a una verdad que, teñida de sangre, nos hace más necios y animales.

La muerte es un acto sagrado que ha pasado a formar parte de la cotidianidad, el precio de vivir desde la libertad ya es en sí una invitación a la violencia.

Vivimos siendo esclavos de nuestro tiempo, esclavos de un mundo donde la libertad no tiene espacio y  la vida tal como se expresa,  debe ser erradicada.

Es importante hablar con los muertos,  a  ellos les importa una mierda ser vencidos o vencedores, porque la humanidad que en ellos habitaba,  fue extirpada de la mano de un animal nuevo: un hombre sin capacidad de entender el sufrimiento ajeno, un hombre sin capacidad de pensar, un hombre necio capaz de apuntarte al tercer ojo y levantarte la tapa de los sesos en nombre de una bandera, color, raza o interés económico, un hombre que decidió apretar el gatillo sin saber que la vida seguirá hablando de los muertos.

La violencia de estos tiempos se cuenta por el número de muertos y la muerte se despierta empuñando una verdad perdida en la memoria.

Mª Carmen Martínez


La Katana

Lúa había terminado su trabajo con un puñado de heridas superficiales en la cara y en los brazos, la vida siempre iba a su encuentro, arrancándola de las fauces de la muerte.

Gabriel iba acariciando su katana, hombre y espada en unión perfecta.

El olor a sangre y sudor flotaba en el aire. Llegó la hora.

Lúa estaba de rodillas, mostrando eterna gratitud y reverencia por este ansiado encuentro con la muerte.

  - La vida es de valientes, es un lástima Lúa- le dijo Gabriel con voz grave,  rompiendo el silencio de aquel momento sagrado.

  - La muerte es cobarde, huye de mi, por suerte hoy viene a mi encuentro y lleva el nombre de este acero. –respondió mirándole fijamente a los ojos.

El silencio regresó. Gabriel dejó la katana justo delante de Lúa, marchándose sin hacer mucho ruido.

Las paredes rezumaban tensión.

Lúa inhalaba y exhalaba profundamente observando la espada, con gestos pausados la blandió, tragó saliva, imágenes de todo lo vivido derrapaban por su mente, sintió cómo la hoja atravesaba la boca de su estómago, aquel dolor apagó la búsqueda. La muerte con forma de katana traspasó sus entrañas.

El olor a sangre y a sudor flotaba en el aire, el silencio lo ocupaba todo.

Unos ojos observaban a Lúa, su cuerpo, la postura, la sangre.

-  Somos un cuerpo y sangre- pensó

Un ser la miraba levantando cortinas de incertidumbre y miedo, dejó de ser Lúa en el mundo de los vivos para llamarse...

El verdadero nombre de los muertos no es para los vivos.

Mª Carmen Martínez